Descripción
Descripción
Todos los días, a primera hora de la mañana, agentes de la Guardia Civil relevaban su turno de vigilancia en varias embajadas situadas en el centro de Madrid. El 25 de abril de 1986, pasadas las 7.15, un Land Rover en el que viajaban nueve agentes abandonó la embajada de Italia, situada en la calle Juan Bravo. De camino a la embajada de la Unión Soviética, se detuvieron en un semáforo del cruce con Príncipe de Vergara, junto a la Maternidad Nuestra Señora del Rosario, que ocupaban 55 mujeres y 60 bebés. En ese instante, un miembro del comando Madrid de ETA, Antonio Troitiño, accionó el detonador del artefacto explosivo que los etarras habían escondido en un coche que habían aparcado a pocos metros del semáforo. La potente explosión rompió los cristales de los edificios de más de cuatro manzanas, abrió un agujero enorme en la fachada del hospital y afectó de lleno al Land Rover en el que viajaban los agentes: dos de ellos murieron calcinados, un tercero salió despedido del vehículo, el cuarto falleció de camino al hospital y el quinto, poco después de ingresar.
Uno de ellos era Juan Mateos Pulido, natural de la localidad cacereña de Robledillo de Trujillo. Estaba casado y tenía un hijo de dos años. Su esposa llegó al lugar del atentado poco después de la explosión, presa de un ataque de nervios y sin parar de gritar “¿Dónde está mi marido?”. Fue conducida hasta una clínica cercana antes de que pudiera acercarse a tres de los cadáveres que aún permanecían en el suelo. Uno de ellos era el de su marido.
#TalDiaComoHoy de 1986 #ETA mató con un coche bomba a cinco @guardiacivil en el centro de #Madrid. Dos de ellos murieron calcinados. Un tercero salió despedido del vehículo, el cuarto falleció de camino al hospital y el quinto, poco después de ingresar.
Esto era ETA
HILO ⤵️ pic.twitter.com/ucrVJI4kTU
— Consuelo Ordóñez (@ConsuorF) April 25, 2024