Descripción
Descripción
Todas las mañanas, el general Fernando Esquivias Franco bajaba desde su casa, en la calle de Ayala 66, al coche que le esperaba para ir a su trabajo. El 18 de marzo de 1980 salió acompañado de su ayudante, el coronel Manuel Miler Hidalgo, y bajo la mirada atenta de un joven soldado de infantería que cumplía servicio como su escolta, José Luis Ramírez, y al que sólo le faltaba un día para cumplir veinte años. Ninguno de los tres militares reparó en el individuo subido a una moto, el etarra Henri Parot, que activó un artefacto explosivo colocado en otra motocicleta atada a una farola en pleno trayecto de los militares. Justo cuando el joven soldado se encontraba al lado de la farola, explotó la bomba, que le causó la muerte de inmediato, e hirió al ayudante y al general, quien era el primer objetivo del atentado.
José Luis Ramírez vivía con su madre y sus dos hermanos, que se enteraron de la noticia por la radio. Su hermana pequeña no daba crédito: “No puede ser, tienen que haberse equivocado, mi niño no puede estar muerto”. Cuando su madre llegó al Hospital Gómez Ulla, donde se encontraba el cuerpo de su hijo, sólo acertaba a decir: “Mi chico, mi chico”.
#TalDiaComoHoy de 1980 #ETA asesinó en #Madrid al soldado JOSÉ LUIS RAMÍREZ, de 19 años, realizaba el servicio militar. Cuando hacía labores de vigilancia para el general Esquivias, hicieron detonar una bomba camuflada en una moto a su paso.
HILO ⤵️ pic.twitter.com/G8X9ISFsGT
— Consuelo Ordóñez (@ConsuorF) March 18, 2024