Descripción
Descripción
En 1986 se puso en marcha el proyecto para construir la llamada Autovía del Leizarán, que debía unir Navarra y Guipúzcoa. Tanto ETA como la izquierda abertzale en bloque se opusieron desde el principio a la construcción de la vía y la banda terrorista ordenó a sus comandos practicar una “guerra sin cuartel” contra las empresas implicadas la obra.
Una de las que optó al concurso fue la constructora Ferrovial. Su responsable en la Comunidad Valenciana era José Edmundo Casañ, un ingeniero de 42 años que había participado en otras obras destacadas de su ciudad, como el Palau de la Música o el Ayuntamiento. Hacia las 21.00 del 4 de marzo de 1991, dos terroristas armados entraron en las oficinas de la empresa, intimidaron a los empleados y obligaron a uno de ellos a que los llevara al despacho de Casañ. Allí, uno de ellos le disparó en la cabeza, provocándole la muerte inmediata. Quince minutos después, los etarras, que pertenecían al comando Ekaitz, colocaron un coche bomba que fue explosionado por artificieros de la Policía Nacional.
Pese a que un portavoz de Ferrovial aclaró que la empresa no tenía relación con las obras, ETA dijo en un comunicado que el crimen respondía a “la responsabilidad e implicación graves” de la compañía en las obras de la autovía. Hasta que la organización terrorista hizo pública la reivindicación, la prensa especuló con la posibilidad de que el crimen fuera un ajuste de cuentas, una información errónea que causó un grave daño moral a la familia de la víctima.
Estos son los hijos del ingeniero José Edmundo CASAÑ, #TalDiacomoHoy de 1991 dos pistoleros de #ETA entraron a la oficina de Ferrovial donde trabajaba en #Valencia y le dispararon en la cabeza. Tres niños quedaron huérfanos para siempre.
Esto era ETA
HILO ⤵️ pic.twitter.com/OWgKrBXBoB
— Consuelo Ordóñez (@ConsuorF) March 4, 2024